Hoy quise despertar mi boca en esa resonancia cruda,
en los chirridos metálicos que me gritan un mes de ausencia,
en los brazos flácidos,
en los dedos rígidos.
Los dedos que en escaleras descendentes
aplastan su cuerpo como arañas eléctricas,
y sus falanges fragmentadas
cayendo en semitonos disarmónicos.
Una diosa musita:
muere Orfeo entre mis dedos y las ninfas laceradas chillan notas de metal.