miércoles, 28 de diciembre de 2011

Narco

Era Daniel. Nervioso y recostado en el piso sabía que sólo podía decirle algo más antes de irse. Involuntariamente, comenzó a acariciarla desde el suelo: se deslizaba en ella con suma ternura y delicadeza la sangre que de él brotaba.

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